Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн

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Lo está cada vez que hay placer de lo bello. No permanece naciente. Para que quede naciente necesitaría al menos que sea posible la síntesis de sus «promesas de unidad» en una unidad que persistiera siendo idéntica a sí misma a través del tiempo. Pues esta condición de persistencia es una de esas que se debe encontrar en la concepción de un sujeto. Vemos que la condición es contradictoria: si una unidad de las promesas fuera posible, las promesas de unidad serían imposibles, o falaces. La estética sólo sería del lógico aún confuso.

Ahora bien, incluso lógicamente, la condición de unificación de la diversidad de las representaciones en un sujeto encuentra una gran dificultad. Esta síntesis es intentada, como se sabe, en la segunda edición de la primera Crítica, bajo el título de Deducción trascendental de los conceptos puros del entendimiento. Que esta deducción (en sentido crítico) (KRV A, 100; 126) pierda o no su objeto, no discutiré eso aquí. Recordaré solamente que «el principio de la unidad sintética de la apercepción» que ella establece o pretende establecer, llamado también el «Ich denke» o el «Sí idéntico» (KRV B, 110, 113; 140, 145), cualquiera sea la consistencia intrínseca de eso, sólo se relaciona con el pensamiento que conoce objetivamente los objetos. Mientras argumenta para legitimar este principio (KRV B, § 19), Kant insiste sobre este aspecto, al punto que hace de eso el recurso de la susodicha deducción: a falta de estar vinculados al principio a priori de este Selbst, los juicios sobre los objetos no podrían tener sino un «valor subjetivo» (ibid., 119; 154), «simplemente subjetivo» (ibid., 120; 154-155), como es el caso en las «percepciones» y las «asociaciones» (ibid.).

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