Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн

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De esta primera observación naturalmente se saca la segunda: con la estética (reservo la política, que no ha sido objeto de una Crítica), uno se debe encontrar muy avanzado en la anamnesis del pensamiento crítico. El «objeto» de la Crítica de la facultad de juzgar no es, en efecto, ninguna otra cosa que el juicio reflexionante mismo, en estado puro. Ahora bien, ¿qué quiere decir aquí puro? Que es la «sensación» la que remite el pensamiento a sí mismo y, en eso, le advierte del estado «sentimental», placer o pesar, en el que se encuentra, ya que esta «sensación» es este estado. Resulta que el movimiento del pensamiento crítico debe aquí invertirse si se lo compara a ese que era en la primera Crítica.

Para esta última, como lo hemos visto examinando el Apéndice de los Principios, el interés de la reflexión consistía principalmente en su función heurística. Se trataba de manifestar cómo el pensamiento crítico puede distinguir las comparaciones espontáneas a las que el pensamiento procede, redistribuyéndolas en las competencias de facultades que podrán legitimarlas. No he estudiado todavía el papel que las categorías juegan en esta redistribución, voy a hacerlo, pero no puede escapar al lector del Apéndice que todo sucede como si los cuatro grandes conceptos puros del entendimiento, cualidad, cantidad, relación y modalidad, ejercieran su control desde lo alto y desde lejos, pero ejercieran la anamnesis gracias a la cual la reflexión descubre en ella los cuatro «títulos» bajo los cuales el pensamiento, subjetivamente, siente posibles comparaciones. Esta teleguía de la reflexión por las categorías del entendimiento puede, con todo rigor, explicarse aquí a partir del hecho que la primera, tomado sobre todo bajo su aspecto heurístico, sólo tiene que descubrir el buen uso de los segundos para el conocimiento strictu sensu.

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