Читать книгу ¿A dónde van las estrellas cuando mueren? онлайн

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Y así, como quien no quiere la cosa, Silva ha seguido a lo suyo, amasando harina con el agua de una infusión hecha con sus malolientes plantas submarinas; aunque el silencio ha durado poco, porque en seguida ha empezado a hablar otra vez como si fuese lo primero que decía en la mañana:

—Ya habrás conocío a Boon… ¡Ahí va! Con esa sí que hay que llevar cuidao: está manchá de sangre, You, como esa estrella que nos viene acompañando por las noches; sí, las has visto, ¿no? Mira que cuando tenía trece años mató a una sirvienta de su mansión con un cuchillo de cocina… La condená bruja tocó la puerta de su alcoba con el cuchillo en la mano y gritó: «¡abre la puerta, que soy el diablo!» —Silva se ha empezado a reír exageradamente—. Condená bruja…

Al parecer, el padre de Boon era un ricachón que no quería a su hija ni en pintura y la madre biológica no era la esposa del padre, sino una de las criadas. También me ha contado que Boon acabó huyendo de casa y fue a buscar fortuna precisamente a las islas Canarias, que allí se casó con un marinero que frecuentaba el lugar y que al poco tiempo lo traicionó, se enamoró de un pirata que respondía al nombre de Jack, robaron un barco al que bautizaron el Invencible y abandonaron las islas juntos. La verdad es que todo esto está empezando a volverse ya un poquito espeluznante, y no sé si agradecer que Silva me confíe todas estas burradas…

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