Читать книгу ¿A dónde van las estrellas cuando mueren? онлайн

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—Se ve que habían oído hablar de mi famoso carpaccio de salmón, atún y bacalao con boquerones y alcaparras, You. El secreto está en rehidratar unas posidonias oceánicas con el tomate seco y machacarlo to junto para darle ese… ¡mmmm!... inconfundible sabor a mar.

La posidonia oceánica es una especie de césped submarino que cuando se seca y empieza a descomponerse desprende un olor particular, por no decir otra cosa: a mí, más que a mar, me huele a como cuando el pis y la caca se estancan en uno de esos baños químicos portátiles que hay en las fiestas de calle o en los conciertos al aire libre, para que la gente no vaya por ahí haciéndolo en cualquier lugar. Luego, reconozco que el carpaccio de Silva acaba teniendo un sabor especial.

—Hay piratas y piratas, You, y yo habría preferío morir que quedarme a cocinar pa´quellos salvajes. Mientras los desgraciaos estaban discutiendo entre si matarme o hacerme su cocinero, ahí que voy yo y me pongo a contarles el chiste de la vaca… ¡El chiste de la vaca, You! ¡Pa’berlo visto! A la mitad que creyó haberlo entendío se le soltó la risa tonta, ¡y los de la otra mitad se quedaron pensando como idiotas si el chiste tendría algún sentido! Entre tanta tontería, yo me solté las manos del mal nudo que me habían hecho, salté al agua, y nadé… Algún día te contaré el chiste, You, a ver qué clase de persona eres tú.

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