Читать книгу ¿A dónde van las estrellas cuando mueren? онлайн

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—Mira, You —me dice descubriéndose su pierna derecha—. A esto lo llamo «el recordatorio».

Se trata de dos pequeñas marcas circulares a media pierna, como si le hubiera mordido un vampiro; y a mí me ha dado tanto repelús que no he querido preguntar más.

Por cierto, esto de You merece una explicación, y es que en este barco las pocas personas que me hablan me llaman cada una de una manera distinta: para Carla soy bribón; para Boon soy polizón; para Seisdedos soy simplemente amigo; y para Silva soy You, así, pronunciado en español, tal y como está escrito; o no sé si debiera escribirlo con doble ele. Da igual; no tiene ningún sentido.

Después de enseñarme la pierna se ha reído en voz alta, me ha ofrecido uno de sus tomates secos híper-chiclosos y ha cambiado de exterminador de las especies a su salvador, contándome la vez que liberó a una tortuga marina que se había quedado atrapada en las redes de unos pescadores. Todo esto, eso sí, siempre con un aire de simpática locura y entre gritos de «¡Ahí va!» por todos lados que ni vienen a cuento. Al final, reconozco que me alegra un poco mi tiempo aquí.

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