Читать книгу Desconocida Buenos Aires. Pulperías y bodegones онлайн

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Mientras desde la cocina el aroma al guiso carrero se traslada por las mesas, las empanadas logran su cometido: serenar el apetito en este espacio de disfrute gaucho, y afinar la mirada hacia el horizonte de botellas y etiquetas recordadas. Aromas que despiertan ese rincón del corazón en donde descansa el resplandor de la paz interior. “Las pulperías deben seguir abiertas porque hacemos patria, mantenemos vivo un pasado, forman parte de nuestras raíces”, asegura Fernández. Esta pulpería del siglo XXI es la mejor señal para darnos cuenta de que no todo está perdido.

Una historia pinta el alma de La Federal. La cuenta el pulpero acodado en el mostrador junto a una botella de Hesperidina. “Fue un día al caer la tarde, se sentaron un abuelo con su nieto en una mesa, comenzaron a charlar. El abuelo pidió dos potros de Hesperidina, le comentó al nieto que esta bebida era la que tomaba cuando tenía la edad de él, siguieron charlando sobre esos años. El abuelo en un momento comenzó a llorar de la emoción. Me agradeció por tener la pulpería y permitirle recordar junto a su nieto aquellos tiempos”, concluye Fernández. La pulpería educa, pero también traslada cultura.

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