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“La foto más antigua de la casa es de 1860, pero hay documentos que la nombran en 1780”, sostiene Joaquín. La razón de la imposibilidad de datarla se encuentra en que el archivo de San Antonio de Areco comienza a tener actividad a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, en ese lapso, creen, se construyó. La situación ha mejorado, el campo ha permanecido, pero durante estos siglos se levantó el pueblo de Areco, gaucho y encantador. El espíritu de la época colonial ha permanecido entre las centurias. “Tratamos de conservar la decoración original, somos amantes de las antigüedades y la ambientación rústica de campo”, sostiene Gargano.

Asimilada y entendida la belleza, se invita a comer. Todo lo importante se hace en silencio, naturalmente se procede a hacerlo para pensar la mejor estrategia para alcanzar a disfrutar de los mejores aromas. El servicio es impecable. “Intentamos respetar el estilo y la cocina sencilla, pero delicada, nos criamos con un estilo que llamamos Corfield, en homenaje a una familia de la campiña inglesa conocida, que hacía honor al respeto, la tradición y la sencillez digna”, asegura Joaquín. Existe y se nota en el ambiente un optimismo y una calma, que se contagian.

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