Читать книгу Desconocida Buenos Aires. Pulperías y bodegones онлайн

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La figura del Libertador, a caballo por la esquina, impacta y le agrega prestigio y altura histórica al boliche. Otra historia que vale la pena es la de Matías. Nacido en San Pedro, a 50 kilómetros del paraje, su casa paterna estuvo cerca y con pocos días de vida ya frecuentaba el almacén. Era el lugar donde la familia compraba el abasto, un detalle sobresale de entre tantos recuerdos camperos. “Los domingos era obligatorio venir con mi viejo al boliche”, rememora. Luego de una semana de trabajo, ese día era de diversión y encuentro. En la actualidad, sucede lo mismo.

“Comencé a atenderlo los fines de semana”, cuenta. Los hilos del destino se estaban alineando. Otros horizontes lo reclamaron al anterior bolichero y sucedió el mejor desenlace. “Me lo ofertó y acepté”, así es como se arreglan las cosas en el campo. “Siento una emoción muy grande, pensar que venía con mi viejo, y ahora lo atiendo”, resume el sentimiento. De sangre irlandesa y gallega, Fegan es el arquetipo del gaucho. De sonrisa noble y pícara, su mirada es profunda, enmarcada en una boina generosa que baja por un costado de su rostro.

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