Читать книгу Desconocida Buenos Aires. Pulperías y bodegones онлайн

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El censo es fácil en el paraje, hay dos habitantes: Matías y su abuela, Gladys Vera, de 83 años. “Soy feliz acá”, resume Gladys sus días en esta esquina donde se trasladan las historias y el desafiante pampero. Recuerda su niñez, nació en Lincoln. “Nos mandaban a la escuela a caballo, teníamos que cruzar una laguna, el agua nos llegaba al pecho, fuimos hasta segundo grado y dejamos”, cuenta. “Me acuerdo del viento, nos tumbaba”, recuerda. Luego vino el trabajo y la propia vida rural. Hace 40 años que es viuda, cría gallinas y gallinetas, algunas vacas y lo acompaña a Matías. “El almacén le da vida al barrio”, confirma. Es llamativo el uso de esa palabra en un entorno inmenso, casi deshabitado, aunque siempre con mucho movimiento. Cosas del campo.

Al almacén es un atractivo turístico de la zona. Inevitable no caer en su hechizo. Aquellas ceremonias que aquí son naturales, como la de compartir un aperitivo, una picada, la charla, sentarse en la galería y ver el horizonte indomable y sentir la fresca en el rostro, son señales deseadas en tiempos de pandemia. Santa Lucía está a 21 km y Pueblo Doyle a 14 km, son los pue­blos más cercanos y muchos vecinos de ambos, más turistas, son los parroquianos que visitan al Beladrich.

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