Читать книгу La razón de mi vida онлайн

27 страница из 47

Ahora sé que los hombres se clasifican en dos grupos: uno, grande, infinitamente numeroso, es el de los que se afanan por las cosas vulgares y comunes; y que no se mueven sino por caminos conocidos que otros ya han recorrido. Se conforman con alcanzar un éxito. El otro grupo, pequeño, muy pequeño, es el de los hombres que conceden un valor extraordinario a todo aquello que es necesario hacer. Estos no se conforman sino con la gloria. Aspiran ya el aire del siglo siguiente, que ha de cantar sus glorias y viven casi en la eternidad.

Hombres para quienes un camino nuevo ejerce siempre una atracción irresistible. Para Alejandro, fue el camino de Persia; para Colón, el camino de las Indias; para Napoleón, el que conducía al imperio del mundo; para San Martín, el camino llevaba a la libertad de América.

A esta clase de hombres pertenecía el hombre que yo encontré.

En mi país lo que estaba por hacer era nada menos que una revolución.

Cuando la “cosa por hacer” es una revolución, entonces el grupo de hombres capaces de recorrer ese camino hasta el fin se reduce a veces al extremo de desaparecer.

Правообладателям