Читать книгу Cómo construir matrimonios felices онлайн

13 страница из 27

“Me siento un poco (debería decir mucho) identificado con Riccardo, el personaje de la novela de Moravia. Gracias a Dios, me tuviste más paciencia que la que tuvo Emilia con su esposo. Ese es otro motivo que debo reconocer y agradecerte. Uno de los hechos que me hizo tomar conciencia de tu función protectora fue cuando sufrí aquel accidente automovilístico, al dormirme en la ruta. No estabas a mi lado, y por eso casi perezco. Fueron los ángeles de Dios quienes me salvaron, y seguramente tus oraciones a la distancia. Mi compañero de ruta venía durmiendo, y no tenía ni una pizca de tu cautela y cuidado. Comprendí que habías sido mi ángel de la guarda durante muchísimo tiempo, sin que lo notara. Tu compañía a mi lado, en la infinidad de viajes que hemos realizado en auto, fue mi seguro de vida. Reconozco que muchas veces me fastidiaban tus constantes advertencias y tus reclamos exaltados a manejar más lento; pero desde aquella ocasión comprendí que me libraron de muchos posibles accidentes. ¡Muchas gracias por tu cuidado protector durante tantos años de servicio no reconocido! ¡Perdona mi inconsciencia y mis reacciones destempladas! Ahora lo entiendo, y como habrás observado en los últimos tiempos, ya no me molestan tanto tus exhortaciones, aun cuando sean reiteradas y dichas con esa impaciencia que a veces gana tu ánimo.

Правообладателям