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¿Cómo es posible que el golpe y la barbarie aparezcan en el contexto del amor y de los sentimientos filiales? ¿De qué manera entender el dicho “Porque te quiero, te aporreo”, que algunos hombres declaran con cinismo? ¿Qué produce tales salvajismos? ¿Cómo entender esos actos de crueldad en las relaciones conyugales?

Tipos de relaciones

Para considerar cómo opera la violencia en los vínculos conyugales y cuáles son las formas más adecuadas de intervención, es necesario conocer los distintos tipos de relaciones existentes. Los especialistas distinguen dos tipos básicos, a saber: las relaciones simétricas y las complementarias. La relación simétrica es cuando ambos hacen lo mismo, responden de la misma manera; la complementaria es cuando hacen lo opuesto. Un ejemplo de simetría en una pareja es cuando él demuestra cortesía y ella responde con actitudes cariñosas, o él grita y ella reacciona gritando, a su vez. En la forma complementaria, él grita y ella se calla, o viceversa. La primera se basa en la igualdad; la otra, en la diferencia. En la simetría hay reciprocidad e imitación, tanto en comportamientos fuertes como en débiles, en la bondad o en el maltrato; actúan a semejanza de la imagen reflejada en un espejo, en que el uno reproduce lo que hace el otro. En las relaciones complementarias, uno de los participantes complementa al otro: alguien asume una posición superior y el otro la inferior, como son las relaciones madre-hijo, médico-paciente, o maestro-alumno. En las interrelaciones simétricas, los dos suelen tener personalidades semejantes, a diferencia de las complementarias, en la que los dos son “polos opuestos”.

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