Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

129 страница из 198

Barrera manifestó en público varias veces su admiración por la organización y disciplina de los soldados africanos de la schutztruppe alemana (literalmente ´fuerzas de protección´ -un inciso; no puedo evitar relacionar ese nombre con sturmtruppen, el genial cómic de Bonvi en el que se cachondea de los soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial).

Habiendo conocido de primera mano la abismal diferencia que existe en orden y organización entre Namibia (colonizada por los alemanes) y Angola y Mozambique (excolonias portuguesas), puedo entender perfectamente el comentario de Barrera. Tal vez eso sea lo único que explique que después de haber sido vencida y arrasada en dos guerras horrorosas hoy Alemania vuelva a ser por tercera vez el motor de Europa.

Los inicios fueron duros. Si nos fiamos de Nerín, en las primeras semanas de internamiento murieron en Fernando Poo casi mil personas.149

Como apuntábamos más arriba, Barrera contradijo los deseos aliados y las instrucciones de Madrid. Se opuso a enviar a todos los blancos a la península. Los necesitaba. En el mes de abril -1916- fueron finalmente embarcados (en los buques Cataluña e Isla de Pannay, escoltados por el crucero Extremadura) 856 alemanes. Una crónica de El Diario de Barcelona relata que fueron recibidos en la estación de Atocha por un grupo numeroso de señoritas germanas con flores, bandejas con vasos llenos de cerveza, cigarros y comestibles.150 El grueso de ellos acabaría en Zaragoza.

Правообладателям