Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Durante el tiempo que las tropas alemanas permanecieron internadas en Fernando Poo los aliados no dejaron de presionar en un doble sentido. Por un lado incordiaban en África todo lo que podían mediante requisas arbitrarias, embargo comercial y la retención ilegal de barcos (lo hicieron con el Mediterráneo, con el Isla de Pannay, con el Cataluña, con el Antonico…) Miquel Vilaró describe alguno de esos episodios con un notable nivel de detalle. Por el otro, Londres enviaba continuas quejas al Conde de Romanones.153 La presión provocó una serie de desencuentros entre Londres y Madrid, entre Madrid y Berlín y entre Madrid y Santa Isabel.

En sus protestas los aliados acusaban a Barrera de germanófilo y de romper la neutralidad española. Decían recelar de que estuviera preparándose una contraofensiva germana para reconquistar Camerún desde Fernando Poo.

Barrera respondía a todo ello en su estilo: redactando minuciosos e interminables informes en los que daba cuenta de sus razones y de las circunstancias en que se producía hasta el más mínimo detalle. Uno de ellos alcanzó las 54 páginas. Se negó en redondo, alegando razones humanitarias, a devolver al continente a los internados (pese a que en algún momento el desabastecimiento en Fernando Poo llegó a constituir un problema serio); rebatió los argumentos, alegó que la idea de un posible contraataque alemán desde la isla era una estupidez descabellada e incluso -como medida de presión- solicitó ser relevado del mando.

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