Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Pese a ser un territorio riquísimo en madera -aunque hubiera dificultades para secarla bien- durante las primeras décadas del siglo XX fue costumbre importar desde la colonia edificios enteros prefabricados. Se compraron casi un centenar de ellos, que luego eran armados en Fernando Poo por trabajadores desplazados como si fuesen puzzles. Una de las empresas que mayor negocio hizo en ese rubro fue la catalana Ribas y Pradell, que aprovechó la exposición de Barcelona para difundir su catálogo y mostrar maquetas de algunas de las casas que había vendido en Santa Isabel.185 Lo mismo que en las ferias actuales, pero cien años atrás.

Una de las construcciones de este tipo que aún se conserva en Malabo es la emblemática Casa Verde, que fue restaurada íntegramente por la cooperación española en el año 2009 y sobre la que ahora circulan rumores de que vaya a ser demolida.

Mientras en Barcelona distribuían los catálogos, Ayala se instaló en Niefang (literalmente, frontera fang), donde había adquirido grandes propiedades. Se encuentra a unos 70 kilómetros de Bata, hacia el interior. Sobre el río Benito.186

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