Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Como dice Nerín:

…España prometía médicos y maestros; al país fang de momento no llegaban más que torturadores.175

Los excesos de Ayala fueron en su día denunciados e investigados, pero nadie puso demasiado empeño en remover las cosas. En el fondo se concebía como el orden natural. Una especie de darwinismo social: los negros estaban predestinados a desaparecer por la supremacía de los blancos. Nerín insiste en que todo se tapó y se justificó. Como la ley del silencio, pero sin Marlon Brando. Lo cierto es que cuando los abusos se denunciaban no se debía tanto a las protestas de las víctimas como a que los blancos lo utilizaban de arma arrojadiza en los pleitos de poder entre ellos.

Nerín cita a este respecto una frase esclarecedora del general Jordana (en aquel tiempo director general de Marruecos y Colonias):176 nosotros somos un gobierno de fuerza, no de razón.177 En este caso, paradójicamente, no le faltaba razón.

Todos los textos coinciden en señalar que los acontecimientos políticos de la península llegaban a la colonia amortiguados. Así sucedió con el golpe de Primo de Rivera (uno de cuyos ascendientes había estado en Fernando Poo en el siglo XVIII y cuya hija extenderá a Guinea, lo comentaremos más adelante, las actividades de la Sección Femenina -el propio Gustau Nerín tiene otro libro sobre eso-).178 Se mantuvo en el poder siete años.

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