Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Barrera había visto en Ayala al hombre duro que necesitaba en las guarniciones del interior del Muni y pronto le hizo responsable de Mikomeseng, la localidad de la que es originario Ramón Esono.167

Eso significaba convertirlo en la práctica en poco menos que un virrey (solo daba cuentas ante Barrera, y éste quedaba muy lejos) de un territorio inmenso y desconocido. En un poblado de unas pocas chozas en el que ´de vez en cuando los leopardos y las boas se adentraban furtivamente´. Sin medios, sin apenas personal a su cargo, sin caminos, sin radio, Ayala era la autoridad en una demarcación en la que según Nerín vivían en la época unos 100.000 fang indómitos, aunque dudo que pueda llegar a conocerse la precisión de esa estimación.

Benedict Anderson todavía no había teorizado sobre la importancia que tienen los mapas -de ahí el papel de D´Almonte- y los censos.168 ¿Cuántos kilómetros? ¿desde dónde hasta dónde? ¿cuánta gente? ¿cuánta madera? Lo siguiente serán los documentos: ¿cómo te llamas? ¿dónde vives? Era evidente que entonces nadie lo sabía169 -para eso funcionó también el bautismo-. Además, había movimientos constantes de población.

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