Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Lo que vino a continuación no es difícil de imaginar, porque no fue tan diferente a lo que franceses o alemanes habían hecho en otros territorios africanos. Mientras las autoridades se preocupaban por el prestigio de la raza (blanca),170 mirado de cerca lo que se veía era soborno a los jefes locales, castigos inhumanos, trabajos forzados ...la imposición de la autoridad a sangre y fuego.

Aparte de cruel, Ayala debió de ser extremadamente hábil. No era sencillo. Encontró que conforme a su tradición los fang exigían derecho de paso en su territorio. Comenzó repartiendo diplomas y placas. También banderas. Con la ayuda de áscaris que le hacían de intérprete171 -ningún colonizador hablaba fang- supo aliarse con algunos jefes de clan que lo ayudaron a comprender las rivalidades existentes. Gustau Nerín cita a Matú, quien tenía como treinta esposas -incluye en su libro una fotografía con ellas-.

Los fang tenían jefes de pueblo. Ayala empezó a nombrar otros cargos: jefes de tribu, jefes de zona, jefes de clan …favorecía la división y ayudaba a corromper las jerarquías tradicionales. Los elegidos no tenían especial prestigio y ya no rendían cuentas a los suyos, sino solo a los españoles. A la larga eso debilitó la estructura anterior y aumentó la vulnerabilidad de los nativos.

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