Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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No sería su única visita. Si uno husmea en youtube encuentra imágenes de Carrero recorriendo con boato y vestido de blanco la leprosería de Mikomeseng -aún existe, y a mí me recuerda mucho al viejo lazareto de Mahón-180. Aquel fue precisamente el feudo del teniente Ayala.

En cuanto a éste, instalado en Santa Isabel no solo iba a establecer buenas relaciones con el nuevo gobernador, sino con los poderosos miembros de la Cámara Agrícola. A partir de ese momento se iba a involucrar en otro negocio ilegal pero sumamente lucrativo: el de conseguidor de braceros en el continente para las fincas de cacao de Fernando Poo. Algo bastante parecido a traficante de esclavos. De hecho, según Nerín, en ciertos casos efectuaban su traslado encadenados.181 Por fin era un hombre rico.

La clave de la economía de Fernando Poo (y de la ausencia de conflictos entre los colonos) pasaba por que hubiera suficientes braceros en el cacao, y habían llegado en masa desde Liberia. También de Camerún. En el futuro habrá acuerdos con Nigeria, pero mientras tanto Ayala se ocupó de enviar fang desde el continente. Iban por dos años. Trabajos forzados a cambio de casi nada. Recuerdo haber escuchado contar a Andrés Esono, el Secretario General del CPDS (un partido de la oposición democrática) cómo su padre regresó de trabajar el cacao en la isla con un baúl de ropa usada como pago. Lo contó en público en una conferencia organizada por la UNED.182

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