Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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Los acontecimientos son confusos. Parece que en la fiesta que se celebró en honor al nuevo gobernador el sargento Castilla se abalanzó sobre él y lo degolló. Nadie le iba a relevar. Ahí se frustraron las ansias reformistas de la República respecto a la colonia.

Al año siguiente el secretario del gobernador asesinado, Guillermo Cabanellas, publicó un libro con el elocuente título ¡Esclavos!187 La sensibilidad había cambiado. El resto, no.

¿Quién fue Guillermo Cabanellas? Quiero detenerme en él porque es una de esas piezas que confirma cómo los capítulos de este libro -en apariencia dispersos- por debajo se encuentran íntimamente cosidos entre sí. Fijémonos.

Guillermo era hijo de Miguel Cabanellas Ferrer, uno de los generales golpistas del 18 de julio. De hecho fue él quien ordenó fusilar en Zaragoza a Núñez de Prado, el gobernador colonial que había antecedido al jefe de su hijo (el degollado en Annobón).

¿Por qué Cabanellas es menos conocido que Franco, Mola o Sanjurjo? Hay un motivo. Dos meses después del golpe de Estado fueron celebradas en Salamanca sendas reuniones entre los cuatro generales sublevados a fin de unificar el mando, y Cabanellas fue el único en ellas que se opuso a Franco. Según aparece en la wikipedia, les dijo a los otros:

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