Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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En cuanto a la realeza, si algún interés tenía en las islas africanas fue algo que en los dos siglos siguientes no se ocupó mucho de demostrar.

Y eso que en aquel momento valor estratégico sí que tenían, puesto que además de permitir poner una pica -no en Flandes, sino en la retaguardia de los imperios rivales- las islas constituían una estupenda base de aprovisionamiento para los barcos que iban a Filipinas -ojo a ese viaje, que tiene mérito- y sobre todo le permitían a España fantasear con montar su propia factoría negrera. Una que proporcionara esclavos suficientes para impulsar la agricultura en el Río de la Plata, donde la mano de obra indígena no alcanzaba. Eso haría posible dejar de depender de compañías ligadas a las potencias enemigas, como ocurría con la casa Baker & Dawson de Liverpool.

Hay que recordar que España -aunque Adam Smith lo considerase ´antieconómico´-22 se abastecía de esclavos mediante intermediarios a través de los llamados asientos; que poco antes había quebrado un intento patrio de constituir una empresa esclavista (la gaditana de negros) y que había que proteger el comercio exterior. Lo que hace ahora el ICEX.23

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