Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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La cosa concernía a los guaraníes. Y de qué manera. Los que quedaran del lado portugués podrían ser esclavizados sin obstáculos por los bandeirantes, mientras que a los del lado español se los consideraría súbditos del rey, y por tanto estarían protegidos (si la dicotomía hoy es entre súbdito o ciudadano entonces lo era entre súbdito o esclavo -en algo hemos mejorado-).

Aquello no se arregló bien y acabó provocando las guerras guaraníticas, que aunque en la película duran veinte minutos en realidad fueron cuatro largos años.

Para entonces los jesuitas, que dominaban el comercio de la yerbamate y enredaban en opinión de algunos demasiado, habían sido ya expulsados de Portugal. En 1758. España tardó aún nueve años en hacer lo mismo, y en pedirle además al Papa de turno -Clemente XIV- que disolviera de una vez La Compañía.

A las 4 de la mañana del 29 de marzo de 1767 se presentaron -por las malas- unos cien soldados en el Colegio Jesuita de Asunción. Hay que decir que en aquel momento los jesuitas contaban con cerca de mil esclavos y que el Colegio se había convertido en una potencia económica donde, aparte de enseñar, realizaban las funciones propias de un banco (hacían de intermediarios, de almacén, prestaban a crédito…)20

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