Читать книгу El fascista estrafalario. Volumen II онлайн

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De hecho, sus memorias contienen varias menciones a una indisimulada frustración por no haber sido ministro. En un pasaje asevera que sí, que lo fue, aunque en aquel momento no lo llamaran de ese modo. Se refiere a haber formado parte del primer Secretariado Político que Franco organizó durante la guerra. En otro relata la vez que -a saber a cuento de qué- Franco le dijo: ¡qué inteligente es usted, Giménez Caballero! Y en un tercero afirma que todo el mundo le pronosticaba un ministerio o una embajada… Asegura que en una ocasión se le insinuó que iba a ser nombrado secretario general del Movimiento (el cargo que años después obtendría Adolfo Suárez) y a continuación afirma que, de haber sucedido, quién sabe si el Movimiento no se hubiera detenido. Cuenta incluso -sin pudor- que cuando el ministro de Educación de la época (Ibáñez Martín) le preguntó una vez si quería el puesto de director en el instituto madrileño Cardenal Cisneros su respuesta fue que no; que solo aceptaría el suyo de ministro.15

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