Читать книгу El fascista estrafalario. Volumen II онлайн

25 страница из 123

La alusión a la dirección de El País me lleva -de oca en oca- a otro recuerdo en formato de comic. Carlos Romeu, el dibujante creador de Miguelito, ilustró durante tres décadas el periódico -y a través de él y de otras publicaciones una buena parte de nuestra juventud-. En sus memorias dibujadas Romeu relata cómo fue despedido de El País de modo fulminante (mediante una llamada de teléfono) por una viñeta en la que había criticado a los judíos. Por lo visto nadie le avisó de que Cebrián había vendido el diario a un grupo financiero de su influencia.

De él en su libro dice:

…a Cebrián nunca le hice mucha gracia. Quizá mi humor ácrata le dolía más en su condición de señorito de lo que estaba dispuesto a admitir como periodista.

Me conmueve especialmente que en la última frase del libro se pregunte:

¿…qué opinaría Manolo -por Manuel Vázquez Montalbán- de la situación actual? ¿También a él le habrían silenciado?21

Romeu, entre otro millón de cosas, fue quien ilustró El libro rojo del cole, un análisis marxista que en la transición abordó con un lenguaje muy coloquial asuntos espinosos, como el consumo de drogas o la sexualidad juvenil. Para mí estará siempre relacionado con el atentado que sufrió la librería progre de mi barrio, La oveja negra, a manos de unos descerebrados que seguro habrían gustado a Giménez Caballero. Estaba en la calle Hermanos de Pablo. A mí me pilló muy joven, pero con los años llegué a comprar muy baratos varios libros un poco quemados que habían sobrevivido a las llamas. Todavía conservo una antología de Miguel Hernández con las huellas del incendio. Al fascismo no lo hemos tenido tan lejos.

Правообладателям