Читать книгу Verbos de cal y arena онлайн

10 страница из 33

En esas reuniones, Daniela y Paula conocieron a Marina y Silvia, que eran hermanas y con edades muy parecidas a las de ellas. Las cuatro niñas se hicieron amigas enseguida.

Daniela y Marina pronto buscaron estar a solas, ya que habían encontrado una afición que compartían: inventar y contarse historias. Las dos eran grandes lectoras y habían desarrollado mucho su imaginación.

Además, Marina estuvo un tiempo en cama por una enfermedad sin riesgo de contagio pero que debía guardar reposo y Daniela aprovechaba para hacerle compañía y contarle las historias que había ido pensando durante la semana.

Cuando Marina por fin se encontró mejor, las dos amigas salían a dar vueltas por el barrio, paseando para estirar las piernas y hablando concentradas en sus asuntos.

En varias de esas ocasiones, si miraban para atrás, podían ver dos cabecitas que asomaban por detrás de algún árbol, reconociendo a sus respectivas hermanas, que las seguían a escasa distancia.

Mirar

En una de esas reuniones, pero más como una celebración porque era en otra casa y con más gente, Daniela conoció a Bruno. Era un niño moreno, de pelo rizado y con unos ojos verdes que a ella le parecieron fascinantes. Los dos intercambiaron pocas o incluso ninguna palabra, pero no podían dejar de mirarse.

Правообладателям