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Sin saberlo ni proponerlo, la pequeña tuvo la capacidad de unirlos un poco más a todos y fue dulce verla crecer, jugar con ella, dedicar ratos a enseñarle a hablar, caminar y otras destrezas que aprenden los niños.

Volar

Algunas tardes de lluvia o cuando había cortes de luz, lo que ocurría con cierta frecuencia, niños y adultos se sentaban a jugar a las cartas, juegos de mesa y, a veces, se aventuraban con el juego de la copa.

Antes de comenzar el juego de la copa, Graciela se encargaba de escribir las letras en papelitos, el si, el no y alguna frase ocurrente. Ponían los papeles escritos en círculo y una copa de cristal boca abajo en el centro. Graciela asustaba a los niños diciendo que un espíritu vendría a contarles el futuro. Todos ponían sus dedos en la base de la copa y alguien hacía una pregunta.

Sorprendentemente, la copa comenzaba a moverse por el círculo formando palabras y frases y contestando si o no.

Raúl, que era el tío de la edad de Daniela, preguntó si alguna vez iba a volar y la copa fue formando una respuesta que provocaría la hilaridad de grandes y chicos: “si, vas a volar de una patada”.

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