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CINCO HORAS ANTES DE LA DESAPARICIÓN

12:00 h

Terminamos de cenar al poco rato, en cuanto nos terminamos la última botella de vino y pedimos el postre. La tensión generada por la conversación de lo sucedido con Tomás ya había desaparecido, y las risas y las tonterías habían vuelto a comenzar. Estuvimos tentadas de pedirnos una copa cada una, pero, tras darnos cuenta de lo tarde que era, decidimos esperar a la fiesta. Pedimos la cuenta, pagamos y pedimos un taxi grande donde cupiésemos las cinco. Por suerte, no tuvimos que esperar mucho y en pocos minutos estábamos de camino hacia la casa de Jorge. Nuestro amigo vivía en la última planta de un edificio por Argüelles. Era un apartamento grande y luminoso, pero, sin duda, lo que más me gustaba de aquella casa era su amplia terraza. En las fiestas de enero, a causa del frío, tan solo salíamos a la terraza para fumar, pero cuando Jorge decidía organizar una fiesta en verano, rara vez entrábamos en casa. Nos quedábamos en la terraza, con la música alta, bailando y disfrutando del buen tiempo.

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