Читать книгу Mejor no recordar онлайн

15 страница из 77

—Creo que no voy a beber más —dijo entre risas Ana—. Llevo tanto tiempo encerrada escribiendo el TFG que no estoy acostumbrada al alcohol.

—De eso se trata, Anita. De divertirse —añadió Carlota mientras la abrazaba y ambas se reían.

—¡Me apetece muchísimo! Las fiestas de Jorge son las mejores —comentó entonces Julia desde el asiento del copiloto. Disculpe —continuó dirigiéndose al taxista—, ¿le importaría si cambiamos de emisora y subimos la música? —El conductor soltó una carcajada y ayudó a mi amiga a sincronizar la emisora deseada.

Mientras mis cuatro amigas bailaban sentadas en los asientos del taxi, yo miraba fijamente por la ventana. A mí también me había subido un poco el vino, sumergiéndome en un mundo de dudas. ¿Estaba nerviosa por volver a ver a Tomás? ¿Había hecho lo correcto? Al fin y al cabo, los dos meses que estuvimos quedando juntos fueron muy divertidos. Puesto que éramos amigos de la infancia, ya nos conocíamos perfectamente y nuestra conexión y complicidad era sorprendente. Recordé mientras me mordía el labio la primera vez que fuimos a cenar y al cine juntos después de liarnos la noche de mi cumpleaños. Yo estaba muy nerviosa. No sabía por qué, pero tenía un nudo enorme en el estómago. En cuanto me vino a buscar a casa en su coche (un coche en el que ya me había subido infinitas veces, eso sí, siempre como amiga), todos los nervios desaparecieron, transformándose en la emoción de una primera cita con uno de tus mejores amigos. Las siguientes veces que nos vimos también fueron especiales, ya que me dieron a conocer un lado de él que nunca había visto. Supongo que si el incidente de antes de las vacaciones nunca hubiese ocurrido, todavía seguiríamos juntos. Quizás, incluso, lo habríamos hecho oficial. De adolescente, había fantaseado numerosas veces con ser la novia de Tomás. Me imaginaba cómo sería estar sentada con todo el grupo cenando, él a mi lado, pero no como amigo, sino como pareja. Pero toda esa magia se rompió cuando me di cuenta de lo violento que podía llegar a ser, de cómo el alcohol sacaba lo peor de él. Ya sabía de antes lo mucho que Tomás bebía cuando salíamos por la noche y lo mal que le sentaba. Pero nunca había reaccionado así, soltándome barbaridades. Y aquello para mí era imperdonable.

Правообладателям