Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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—¡Ya podéis entrar, habéis cumplido! —Jorge se apartó para dejar que entrásemos nosotras primero en el apartamento.

La mayoría de los invitados ya habían llegado y estaban repartidos por las diferentes habitaciones de la casa. La música sonaba fuertemente y la estancia, a pesar de la terraza, estaba impregnada de humo y de olor a tabaco. En una de las mesas del salón estaban depositados los refrescos, los vasos de plástico y todas las botellas de alcohol. En otra, había unas cuantas jarras de sangría y mojitos. Carlos y Luis estaban en la cocina, metiendo el hielo recién comprado en el congelador y sacando de la nevera unas cuantas cervezas. Julia y Ana corrieron a saludarlos y abrazarlos, mientras que Carlota siguió hacia el salón para saludar a otras chicas.

—¡La que hemos vuelto a liar! —comentó Jorge cerrando la puerta—. ¿Qué queréis que os ponga? —nos preguntó a Sofía y a mí.

—Yo un ron con Coca-Cola —contesté.

—Y yo una ginebra con Sprite, por favor —añadió Sofía.

Jorge entró en el salón y se dirigió hacia la mesa donde estaban todas las bebidas. Sofía y yo miramos el panorama, intentando reconocer e identificar los diferentes rostros de la gente presente. En sus fiestas, Jorge siempre invitaba a todos sus amigos, sin importar del grupo que fueran. La primera vez que todos nos juntamos fue un poco raro, ya que no nos conocíamos, pero después se convirtió en una tradición.

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