Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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Llegamos a la discoteca poco después, atravesando a pie el estrecho y oscuro callejón en el que esta se encontraba. Los coches tuvieron que dejarnos en la esquina con la avenida principal, ya que tenían prohibido el paso. Todos nos quedamos sorprendidos al ver la cantidad de gente que se apelmazaba y abarrotaba en la puerta, empujándose unos a otros para no permitir que nadie se colase.

—Luis, tío, ¿por qué hemos venido aquí? ¡Está petado! —exclamó Jorge intentando mantener el equilibrio y colocándose al final de la cola mientras la gente le empujaba de un lado a otro.

—Un relaciones públicas me ha dicho que nos colaba con copas incluidas. Esperadme aquí. —Luis consiguió avanzar entre la gente y llegar al principio de la fila, donde una barrera cortaba el acceso a la puerta. Desde que habíamos empezado la universidad, Luis siempre había tenido conocidos en el mundo de la noche y la fiesta y, por eso, siempre delegábamos en él la decisión del lugar al que ir, ya que siempre acertaba, llevándonos al sitio de moda y ofreciéndonos consumiciones gratis y reservados.

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