Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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—Me voy a casa, buenas noches. —El portero me sonrió y me indicó con la mano la salida de la izquierda, rodeada de vallas.

Ya no quedaba casi nadie en la puerta haciendo cola, tan solo algunos resignados que esperaban poder entrar antes de que diesen las cinco de la mañana. Caminé un par de metros y me apoyé en la pared para no caerme. Saqué el móvil y, en cuanto recuperé la señal, recibí un mensaje de mi madre. Dudé si contestarla en ese momento, pero finalmente opté por pedir primero un Uber a través de la aplicación. A los pocos minutos, una notificación me indicó que el coche me estaba esperando en la esquina de la calle, ya que la discoteca estaba al final de un callejón sin salida. Anduve un par de metros para salir del oscuro pasadizo, dejando detrás la discoteca, y percibiendo a lo lejos la luz de la calle principal, cuando, de repente, me tropecé y caí al suelo empedrado, raspándome las rodillas. Me estaba levantando a duras penas cuando noté que alguien me agarraba del brazo. Pensé que quien fuese me estaría intentando ayudar. Sin embargo, no fue así, ya que enseguida sentí un fuerte tirón en el hombro y un empujón, obligando a meterme en la vía perpendicular, una calle estrecha, oscura y vacía.

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