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CAPÍTULO 2

Sábado, 19 de enero del 2019

UNA HORA DESPUÉS DE LA DESAPARICIÓN

06:00 h

MACARENA

Llevaba al menos dos horas despierta cuando decidí levantarme. Cogí el móvil, lo desenchufé del cargador y, en silencio y sin hacer ruido, salí de la habitación para no despertar a Andrés. Fui directa al cuarto de Alejandra y abrí la puerta para comprobar si estaba durmiendo. En más de una ocasión, a pesar de que hubiese entrado en nuestra habitación para avisarme de su llegada, no me había despertado. Decepcionada al ver su cama vacía, fui de puntillas hasta la cocina y, una vez allí, volví a mirar la pantalla del móvil. Nada. Hacía al menos una hora y media que le había mandado un mensaje a mi hija y no había obtenido respuesta. Normalmente, siempre me contestaba en cuanto leía mis mensajes. Entonces, pensé que tal vez se encontraba en un sitio sin cobertura y que no lo habría recibido aún. Sin embargo, al principio, el mensaje de WhatsApp tan solo mostraba una rayita de recepción, lo que significaba que no le había llegado. Pero, desde hacía alrededor de una hora, el mensaje mostraba dos rayitas y, por lo tanto, sí que había tenido señal en algún momento. Decidí volver a enviarle otro, preguntándole si estaba bien y si volvería mucho más tarde. Esa vez tan solo se mostró una raya. Quizás había salido un momento a la puerta de la discoteca y luego había vuelto a entrar. Decidí no darle más vueltas. Alejandra llegaría de un momento a otro.

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