Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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El rey observaba con impotencia la escena, sus soldados caían por centenares, mientras él movía sus ojos a tal velocidad que parecía que escaparían de sus cuencas en cualquier momento. Luego se giró hacia el general y vociferó:

—¡En mi sueño, el castillo de Yahveh ardía en llamas! ¡El reino de Kah nos destruirá, si no los acabamos antes!

Furioso por la terquedad de su rey, el general Seodher lo levantó con violencia, sujetándolo de la pechera y lo reprendió:

—¡Entonces volvamos a nuestra ciudad y defendámosla! ¡Nuestros arietes y torres fueron destruidos, y nuestro ejército masacrado! ¡Te advertí que no podías confiar en los duedinos! ¡A la primera oportunidad cambiaron de bando y nos atacaron! ¡Ese muro no caerá hoy, eso puedo aceptarlo! ¡Pero morir aquí sin defender a mi esposa y a mi hijo…! ¡Eso no…! ¡No puedo permitirlo!

Sephnas permaneció estupefacto, intentando procesar las palabras de Seodher. Al mismo tiempo, luchaba contra su orgullo, el cual le impedía retractarse de su cometido. Frustrado y asustado, observaba las heridas de sus soldados y el cansancio en sus ojos, sus desesperados intentos por mantenerse en pie y seguir peleando. Inmerso en sus pensamientos, solo salió de este estado al sentir que Seodher ya no lo sujetaba con tanta fuerza. Tras dirigir la vista hacia su general y amigo, notó con horror que una flecha atravesaba su espalda.

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