Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

43 страница из 101

—¡Claro, Milly, es maravilloso! La recuerdo con mucho cariño. Cada vez que la visitábamos nos llenaba de dulces… ¿Cómo se llamaban esos que nos gustaban tanto? Los que sabían a almendras, que además iban bañados en miel y llevaban semillas de sésamo por encima.

Con una nitidez asombrosa, se acordó de cuando solían asaltar la bandeja plateada en la que su abuela Malak les servía la bollería. Siempre acababan con la cara y los dedos pegajosos por la miel. Sonrió de oreja a oreja.

—Se llamaba Chabbakia. Chebbakiya si lo dices en plural.

—¡Chabbakia, eso es! Recuerdo que tú también sabías hacerlos...

Emily asintió. Cuando estaba viva, su abuela siempre preparaba platos típicos, tanto dulces como salados, y le había enseñado varias recetas y secretos de la gastronomía marroquí. Antes de morir, consciente de que su nieta había mostrado gran interés por la cocina y que, además, había resultado ser una gran cocinera, le regaló un libro con todas esas recetas ancestrales. Era uno de sus mayores tesoros.

Правообладателям