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—En mi tierra, todo se fabrica a mano. ¿Ves este cuaderno, querida? —Emily recordaba que ese día, sentada en el suelo frente a su abuela, lo había tocado por primera vez. Era capaz de recordarlo perfectamente y recrear los diálogos con una facilidad asombrosa—. Está forrado con piel de camello.

—¿¡Piel de camello!? —preguntó Emily asombrada.

—Sí, cariño; piel de camello. Este noble animal es muy preciado en Marruecos. Verás, no solo proporciona transporte, sino también carne y leche y, por supuesto, piel.

Tras las palabras de su abuela, Emily se había centrado en el libro de recetas que tenía entre las manos, del cual acarició la cubierta.

—Es muy suave… ¿Siempre es así?

—En realidad, no. Lo cierto es que, para que queden tan suaves, deben trabajarse mucho. Para eso existen lugares especiales llamados curtidurías. El proceso para tratar las pieles es ancestral… ¿Sabes qué significa esa palabra?

—¿Qué se hace lo mismo desde hace muuucho tiempo?

—Algo así… —respondió Malak con una sonrisa, entonces prosiguió con su relato—. Hace novecientos años, una dinastía bereber marroquí muy importante, la de los almohades, enseñó a la gente cómo trabajar las pieles con este proceso, ¿y sabes qué es lo más curioso?

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