Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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Después de dejarla reposar durante quince minutos, los que su abuela había indicado en el cuaderno y que dejaba siempre que lo habían preparado juntas, estiró la masa con el rodillo y la cortó. Mientras dejaba que un poco de aceite se calentara en una cacerola pequeña, dio forma a las chebbakiya. Soltó una dentro de la cacerola, incorporó las demás, y las vio chisporrotear mientras nadaban en el aceite hirviendo y cogían su característico color tostado. Cerró los ojos e inhaló hondo. Toda la casa olía a su abuela Malak, a su propia infancia, a inocencia y juegos… Para Emily, fue como sentir que la anciana la envolvía en su cálido abrazo para reconfortarla y, entre mimos, le decía que nada malo dura para siempre.

Eso era lo que pretendía la escritora: mantener el recuerdo de su abuela vivo, latente, cercano. El problema era que los recuerdos de su infancia y adolescencia estaban ligados a la presencia de Kyle, ya que la habían vivido juntos. La soledad dejó de ser un vacío y se llenó de toda clase de sensaciones.

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