Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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—Pero antes ya había gente que coleccionaba soldaditos, ¿no es así, papá? Creo recordar que hace un tiempo vendiste un juego más antiguo que representaba el ejército egipcio, aunque las figuras eran diferentes…

—¡Claro que sí! Este tipo de juguetes empezó a fabricarse alrededor del año 1700. Hubo quienes los tallaban en madera, otros los moldeaban utilizando distintas pastas, y los que los realizaban con fundición, ya fuera plomo, peltre u otras aleaciones. Sin embargo, las figuras de W. Britain revolucionaron el mercado y, por supuesto, tuvieron un éxito abrumador.

—¿Qué las hacía tan especiales? —quiso saber la joven; aparte de que la charla la tenía completamente ensimismada, estaba ávida de información.

—Al ser tridimensionales, estas figuras se diferencian de las que se fabricaban en Alemania, donde las hacían planas o semiplanas, así que no tenían demasiado atractivo; y el hecho de ser huecas las difiere de las francesas, que eran macizas y, por ende, más caras.

—¿Puedo ayudarte a limpiarlas? —le pidió. Ahora que estaba de vacaciones, Bethany se aburría porque las clases de danza, leer, salir con sus amigas o con su padre cuando este no trabajaba, visitar a sus abuelos, distraerse en las redes sociales o jugar a cualquier cosa no era suficiente para llenar todo su tiempo libre… Y, la verdad sea dicha, prefería matar las horas en el anticuario. Además, necesitaba hablar con su padre de un tema serio que hacía tiempo que le rondaba por la cabeza y que había cogido más fuerza los últimos días.

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