Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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La última mirada sobre este ostensorio del lujo, descrito con minucia de registrador, lo desposee de su contenido simbólico objetual para reducirlo a una realidad de peso del metal precioso y equivalencia económica: el atril de plata dorado labrado de cincel, rematado por coronas y con las armas reales de Carlos V, iba montado sobre madera. Pesó «con la dicha madera y con clavitos de hierro con que estaba clavado» más de cuatro kilos y se tasó en los nueve ducados de su plata dorada y hechura.

Junto con los metales, textiles son los otros materiales con los que se construyen estos palenques en los que se eleva el aparato simbólico del libro y funcionan como pedestal para esa construcción que este tipo de libro.

Las almohadas, siempre asociadas al misal, se inventarían preferentemente bajo ese término aunque también se emplea el de cojín. Forman parte, lógicamente, del aparato decorativo de la capilla privada de los reyes (por ejemplo el sitial) y van registradas junto con los paños ricos de ese entorno, asimiladas pero diferenciadas de los paños que cubren los libros y de las fundas que los protegen. Siempre hacen juego con esos otros elementos textiles de respeto. Su indisociable vínculo con el misal, al que servían de cuna, es evidente porque se almonedan juntos con valores muy diferentes. Un cojín de terciopelo carmesí para poner el misal se vende en unión de un misal cubierto de terciopelo carmesí a fray Diego de Ovando, capellán de su majestad, en seis reales y el misal en tres ducados.

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