Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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Para este mismo periodo, los inventarios reales franceses –Carlos V, Felipe el Atrevido, el duque de Berry y el duque de Anjou–, la presencia de los textiles es considerablemente más alta.

La seda en todas sus variantes –camocas, tafetas, baudequin, cendal, tiercelain, damas–recuerda los diferentes orígenes y calidades en las descripciones de las encuadernaciones de la casa de Valois y en las de dos miembros de la familia imperial, Margarita de Austria y Carlos V; en los inventarios españoles, las sedas complejas se reducen al terciopelo –en sus variantes–y al brocado y las ligeras al raso y al cetí.ssss1 La tela juega un papel destacado en la encuadernación de lujo de esta época por la riqueza de su propia materialidad y por el valor simbólico que confiere como material precioso.

El cairel, un entretejido que se añade en los bordes de las guarniciones, como una pasamanería pero que, a diferencia de esta, no se teje independientemente en un telar sino en la propia tela. En la trama, la aguja hace la labor de la lanzadera y los hilos de los lizos los mueven y trocan los dedos en un que se define como «trocar caireles». La voz se importa de Italia y cangiare –el cambio de manos que trae el hilo–se castellaniza en cairel. Se teje en oro en las cubiertas de terciopelo o en las fundas de cetí.ssss1

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