Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн
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Entre el 24 y el 25 de octubre de 1917, en la localidad de Caporetto (hoy Kobarid, en Eslovenia), uno de los puntos estratégicos de la línea del frente meridional, fuertemente contendido pero mantenido por las tropas italianas desde la entrada de Italia en el conflicto europeo en mayo de 1915, tuvo lugar una rápida ofensiva que comportó la invasión y la ocupación por parte de las tropas austro-húngaras, apoyadas por la llegada de refuerzos alemanes, de un vasto territorio que se extendía hasta las orillas del río Piave. La derrota de Caporetto abrió un último capítulo decisivo de la Gran Guerra. Por una parte, hizo que Italia probase la experiencia que otros países ya estaban viviendo: la política de ocupación militar de territorios fértiles, los trabajos forzados impuestos a la población civil, el internamiento de miles de prisioneros militares; por otra, preanunció todas la políticas de movilización del país en tono casi «milenarista», de cruzada en defensa de la patria invadida, y sobre todo con un lenguaje comunicativo nuevo. Si hasta el año 1917 el compromiso oficial había sido el de crear la más amplia cohesión posible, concretamente en un país como Italia, que había entrado en guerra con una opinión pública dividida y realmente minoritaria con respecto al apoyo a la intervención militar, después de Caporetto se trataba no solo de infundir valor en la población, sino también de hacer promesas concretas para su futuro.