Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн
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En los veintinueve meses que precedieron a la ofensiva de Caporetto, el conflicto había sido fundamentalmente de posición: un amplio frente desde el Trentino hasta la costa que no cambió sensiblemente hasta el 23 de octubre de 1917, a pesar de las doce batallas libradas, de los sacrificios y las muertes por congelación, del esfuerzo y las avalanchas en alta cuota y de la terrible vida de trinchera. Solo en el año 1916, los italianos contaron 118.000 muertos y 285.000 heridos. La ofensiva a cargo del general en jefe del ejército italiano, Luigi Cadorna, llevó a la conquista, el 9 de agosto de 1916, de la ciudad de Gorizia; un éxito militar que habían ambicionado durante mucho tiempo para consolidar de nuevo el consenso patriótico en el país, éxito que, sin embargo, también provocó la pérdida de 140.000 soldados italianos entre muertos, heridos y prisioneros, y no modificó sustancialmente la línea a lo largo del río Isonzo. Fue así como en 1917 el general Cadorna intentó resolver la guerra a favor de Italia con otras ofensivas: con la batalla del monte Ortigara, de mayo a junio (12.000 muertos), y sobre todo con la batalla de la Baisizza, de agosto a septiembre. La situación interna requería urgentemente una victoria y la conclusión de la guerra: en el país se difundía, también entre las clases sociales en un primer momento intervencionistas, la desconfianza hacia los gobernantes civiles y los militares, mientras que del extranjero llegaban noticias de huelgas y de revueltas militares y obreras. La propia ciudad de Turín, a la cabeza en la industria de guerra, había visto en agosto manifestaciones de protesta popular encabezadas por mujeres y por gente muy joven. Fue así como la ofensiva enemiga, bajo el mando de la 14.ª armada alemana, iniciada durante la noche del 24 al 25 de octubre de 1917, cogió por sorpresa al ejército italiano, resultando catastrófica. La retirada se transformó en una derrota, en una fuga desordenada sin órdenes ni indicaciones por parte de hombres y unidades que solo se detuvo al llegar a orillas del río Piave. Durante todo el invierno de 1917-1918, Italia alimentó pocas esperanzas de victoria, manteniéndose en la nueva línea defensiva del Piave y resistiendo la última ofensiva enemiga del verano de 1918. Por fin, la crisis militar, pero sobre todo interior, de los imperios centrales dio al ejército italiano la posibilidad de realizar una acción ofensiva en octubre y de ganar en la localidad Vittorio Veneto una última batalla –que le permitió firmar como ganadora el armisticio–, en la cual el enemigo se rindió el 3 de noviembre de 1918.