Читать книгу Mueve tu ADN. Recuperar la salud con el movimiento natural онлайн
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ALIMENTOS (Y MOVIMIENTOS) ESENCIALES
Teniendo en cuenta la increíble cantidad de detalles que son necesarios para elaborar una dieta verdaderamente nutritiva, consideremos ahora otro tipo de aporte que nuestro organismo necesita igualmente: el movimiento.
Yo propongo que el movimiento, al igual que el alimento, no es opcional; que has estado recibiendo señales de «hambre de movimiento» en respuesta a una «dieta de movimientos» que resulta muy pobre tanto en cantidad como en calidad –lo que significa que no te estás nutriendo con el rango completo de movimientos que son necesarios para mantener en óptimas condiciones las funciones de tu organismo–. Hay muchas probabilidades de que o bien carezcas por completo de una adecuada «nutrición de movimientos» o bien te atiborres con montones de «movimientos-chocolatina» sin acercarte tan siquiera al equivalente en movimiento de una buena y saludable ensalada de col.
Tanto la nutrición que hace referencia a los alimentos que ingerimos como la que se basa en los movimientos que realizamos están ambas increíblemente llenas de matices, mucho más de lo que creemos normalmente. Muchos aprendimos en la escuela primaria las enfermedades específicas que puede producir la falta de un único nutriente. Por ejemplo, la vitamina C, identificada en cierto momento como la culpable del escorbuto que padecían los marineros. Pero aparte de esto, somos muy pocos los que podemos hacer un listado con cada macro y micronutrientes y sus funciones específicas o los que tenemos claro cómo se relacionan unos con otros y con nuestra propia salud. Leyendo el libro Dancing Skeletons [Esqueletos que bailan], en el que su autora, Katherine Dettwyler, habla del tiempo que pasó en África, descubrí una sección que trataba de la enfermedad de kwashiorkor, una desnutrición grave muy común entre niños pequeños de los trópicos. La dieta característica de esta enfermedad es alta en calorías (provenientes de los boniatos o de otras hortalizas ricas en almidón) pero muy baja en proteínas. Sin embargo, en este caso, la baja proporción de proteínas no es el problema, pues otros niños que toman cantidades de proteínas igualmente bajas pero menos calorías totales no muestran tendencia a desarrollar esta enfermedad. Es la proporción de los nutrientes lo que contribuye a la aparición del kwashiorkor.