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Los estudios rigurosos del fenómeno de la mecanotransducción son relativamente «nuevos» –la mayor parte de la investigación en este campo se ha realizado en las dos últimas décadas– pero han formado parte de los círculos del conocimiento científico desde hace más de cien años, gracias en parte al anatomista alemán Julius Wolff (el de la famosa ley de Wolff).

LA LEY DE WOLFF

Originalmente, la ley de Wolff era un conjunto de ecuaciones matemáticas utilizadas por el anatomista Julius Wolff para predecir la trayectoria específica de las formaciones óseas. Aunque se demostró que sus detalles (por ejemplo, la equiparación que hacía su modelo matemático de los huesos con un tejido rígido e inflexible) eran inexactos, sus principios –que todo cambio en la conformación estructural de un hueso es producto de una dinámica de adaptación a las demandas mecánicas que le impone el medio– sigue siendo hoy en día uno de los fundamentos de la osteología.

La ley de Wolff es un término generalizado para englobar la idea de que los cambios que se producen en la formación ósea, la reabsorción, el equilibrio, la regeneración y el remodelado de los huesos dependen de cómo se use el cuerpo –tanto en la etapa juvenil, en la que estos se están formando, como, aunque menos comprendida, en la etapa de adulto–. Los antropólogos de hoy en día utilizan la ley de Wolff como la asunción subyacente de que las diferencias encontradas en las morfologías de los huesos de nuestros antepasados se pueden utilizar para investigar las condiciones mecánicas existentes en el pasado.


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