Читать книгу La constelación tercermundista. Catolicismo y cultura política en la Argentina 1955-1976 онлайн

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Las intuiciones de Gera (1957: 34) sobre las posibles consecuencias de ese desplazamiento en el perfil social de la masa católica por el que debía inclinarse la Iglesia anticipaban la gigantesca crisis que tal novedad produciría en el catolicismo argentino en los años siguientes.

En efecto, la búsqueda y la puesta en práctica de novedades no eran de sencilla aceptación por parte de la jerarquía eclesiástica y apenas un año después, en 1958, el cardenal Caggiano prohibiría la continuidad de Notas de Pastoral Jocista. En el penúltimo número, de mayo-junio de ese año, la redacción insinuaba las críticas que se le imputaban y esbozaba una tímida defensa al ratificar la legitimidad de hacer un diagnóstico de la política nacional, al mismo tiempo que afirmaba la adhesión de los sacerdotes jocistas a una religión de presencia y no a una religión de evasión.35

En julio se llevó a cabo, en el Seminario Metropolitano de Villa Devoto, la IV Semana Nacional de Estudios de Asesores de la JOC cuyo temario trató principalmente tres cuestiones: la actualidad política, la situación del clero y del laicado y un balance sobre la actuación de la JOC en la Argentina. Las exposiciones y los debates fueron reproducidos otra vez en el que sería el último número de Notas de Pastoral Jocista, donde se aceptaba amargamente la decisión del cardenal Caggiano de suspender la publicación, reafirmando una posición que sin renunciar a su prejuicio anticomunista evidenciaba un corrimiento. Aunque todavía este era débil, anticipaba no solo la profundización de la autocrítica de un sector del catolicismo respecto de su posición hacia el peronismo y los acontecimientos de 1955. Era además un adelanto de la peronización de un sector del clero. Este desplazamiento se relaciona con su aspiración a insertarse de una forma “más concreta” en el mundo de los trabajadores. Su identidad política sería aceptada por estos curas como un hecho irrefutable de la realidad histórica. De ahí que ya no estuvieran tan dispuestos a esforzarse vanamente por “corregirla” según los designios del pensamiento social cristiano:

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