Читать книгу La constelación tercermundista. Catolicismo y cultura política en la Argentina 1955-1976 онлайн
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Al retirarnos, queremos una vez más subrayar nuestra línea fundamental: si deseamos el mayor bien a la clase trabajadora, si estamos comprometidos con los fines naturales de la institución, nada más lógico que propugnáramos aquí, en esta circunstancia concreta argentina, la estricta unidad del movimiento obrero dentro de la libertad para todos […] Es de mal gusto que aquellos que no osaron levantar su voz –salvo honrosas excepciones– cuando las instituciones obreras fueron violenta e injustamente lesionadas en sus derechos, cuando se intentó entregar abiertamente, al margen de la autodeterminación obrera, los sindicatos a los grupos marxistas, levanten ahora su voz para intentar impedir la plena restitución de sus derechos a la clase trabajadora.36
Trazando un paralelismo con la experiencia europea y particularmente la francesa, la sanción del cardenal Caggiano sobre el máximo órgano de expresión de los jocistas argentinos reproducía el temor que las autoridades eclesiásticas tenían en lo referente a la inserción clerical en el mundo obrero. En el caso argentino, no existían siquiera elementos equiparables a las variadas modalidades sacerdotales o laicales de apostolado social desarrollado en dichos ambientes. Sin embargo, el clima deliberativo que alentaban las reuniones periódicas de los asesores jocistas evidenciaba el influjo de aquellas experiencias condenadas por Roma, superpuestas a otras más específicas del contexto local. Si el acercamiento al comunismo no era un argumento que pudiera esgrimirse contra ellos, su apoyo a la demanda mayoritaria del movimiento obrero –una central única de trabajadores– era motivo suficiente para evitar males mayores.