Читать книгу La constelación tercermundista. Catolicismo y cultura política en la Argentina 1955-1976 онлайн

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Si los enemigos históricos de la Iglesia resultaban ser los mismos de la nación a la que solo se le reconocía su matriz católica, el panorama se complicaba al comprobar que una porción importante del catolicismo había girado hacia la defensa de una tradición que el grupo de Combate consideraba irreconciliable con la fe católica. Por este motivo, monseñor De Andrea15 fue uno de los más denostados en las páginas de la revista, pero no faltaron tampoco fuertes críticas a Franceschi, a quien le enrostraron el abandono de un nacionalismo que tan sólidamente había defendido en las dos décadas precedentes. La persistencia del núcleo antisemita del nacional-catolicismo de Combate se descargó incluso en el rechazo por el cambio de rumbo que se manifestó también en ese aspecto en el director de Criterio, quien se mostraba más proclive que antaño al acercamiento interreligioso.

Al igual que otros nacionalistas antisemitas de raíz católica, los argumentos de Combate partían de la difundida idea de que el judaísmo, la masonería y el comunismo eran variantes de un mismo fenómeno que se extendía temporalmente desde la Reforma protestante a la revolución bolchevique. Al judaísmo se le atribuía la paternidad de todas las iniciativas históricas anticatólicas; de ahí la lectura conspirativa de considerarlo una fuerza omnipresente y permanente al acecho contra las sociedades cristianas. A su vez, los “católicos democráticos” eran definidos como incautos que se habían dejado seducir por una noción jacobina equívoca en vez de sostener la noción agustina, que era la única en la que debían reconocerse los hijos de la Iglesia.16

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