Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн

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A la luz de cuanto se viene diciendo, una tipología básica del paro respetuosa con la diversidad de situaciones debe partir del sexo y la edad como determinantes de experiencias vitales diferenciadas y ser sensible a otras variables que la complejizan. Frente al paro de inserción (y el trabajo precario) que afecta a los jóvenes en busca de un empleo estable, está el paro de exclusión que afecta a personas maduras en perfectas condiciones psicofísicas pero laboralmente amortizadas. Entre los jóvenes, particularmente en el caso de España, no puede dejar de distinguirse en función de la trayectoria educativa. En cambio, dentro de los adultos y maduros consideramos que tiene más interés operar con la variable tipo de empleo perdido distinguiendo entre obreros y empleados, lo que remite a la condición de clase. Conjeturamos que este factor puede actuar de la misma manera que el nivel de estudios entre los jóvenes. Por obreros se entiende trabajadores manuales de cualquier cualificación y trabajadores no manuales no cualificados (la nueva clase obrera postindustrial). Por empleados, trabajadores no manuales cualificados. Los primeros son los parados de siempre; los segundos, como los jóvenes, un nuevo tipo característico de la sociedad postindustrial: el paro de clase media, menos visible socialmente que el anterior. Los maduros comenzarán a plantearse el abandono definitivo del mercado de trabajo, con más o menos angustia en función de su situación económica y la edad. Los adultos, acostumbrados a cambiar de empleo para mejorar, acabarán aceptando un trabajo menos cualificado y más precario que el que perdieron. Algunas mujeres (cada vez menos) se redefinirán como amas de casa en exclusiva a la espera de tiempos mejores. Unos pocos hombres (pero cada vez más) se descubrirán asumiendo deportivamente gran parte del trabajo doméstico. El factor nacionalidad complica ulteriormente la tipología.


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