Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн
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La edad debe ser tenida en cuenta por razones obvias. El paro no puede tener el mismo significado para quien intenta abrirse camino en la vida, para quien está sobrecargado de obligaciones familiares y para quien se acerca a la edad de jubilación. «Las consecuencias psicológicas del desempleo juvenil más frecuentemente descritas en los trabajos que se han realizado hasta el momento son el aburrimiento, la inactividad y la falta de objetivos, mientras que los contactos sociales aparentemente se mantienen con más facilidad entre las personas de ese grupo de edad que entre los desempleados de mayor edad» [Jahoda, 1987: 77]. Parece que es a los parados jóvenes a quienes más afecta el no saber qué hacer con sí mismos. A juicio de Jahoda –y lo expresó hace treinta años– el aspecto social más peligroso del paro contemporáneo es posible que esté representado por la situación psicológica de estos jóvenes a los que se ha privado de una forma normal de transición a la edad adulta.
La nacionalidad, porque el emigrante de la época fordista –magistralmente retratado por Tahar Ben Jelloun en una de sus novelas– ha sido sustituido por otro que no retorna a su país cuando queda en paro. El nivel educativo porque está aceptado comúnmente que las expectativas laborales y vitales en general guardan relación con esta variable, y el tipo de empleos que se buscan y rechazan son diferentes. Además, porque permite distinguir entre trabajadores genéricos y autoprogramables [Castells, 1997], entre las víctimas de la globalización y el cambio tecnológico y los que pueden vivirlos como una oportunidad que les permite recualificarse y aprovechar sus ventajas. El tipo de empleo perdido porque ahora no sólo desaparece trabajo manual industrial, y las empresas solventes también generan paro. Los testimonios de siete de los casi siete mil trabajadores que entre finales de los años ochenta y 1993 se vieron obligados a dejar sus empleos en FASA-RENAULT (Valladolid), son un buen punto de partida para aproximarse a la experiencia de paro de los hombres maduros trabajadores manuales [Castillo, 1998: 107-146].