Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн
12 страница из 84
Todos estos hombres, incluso Isaías, volverían a la empresa si les dieran la oportunidad, pero en las condiciones en que la dejaron, no en las actuales, que según les cuentan son mucho peores. Sólo a Roberto no le importaría volver «como si fuese nuevo», a ver si es verdad lo que dicen de que allí se está muy mal, porque a él nunca le ha asustado el trabajo duro. No debe pasar desapercibido que, a pesar de tener la misma edad y el perfil sociolaboral típico de la vieja clase obrera industrial, cada uno de ellos experimenta el paro de forma diferente.
Una cosa es estar ocupado estadísticamente y otra tener un empleo. Para que una actividad laboral sea conceptualizada socialmente como empleo es necesario que se haga bajo ciertas condiciones mínimas. El concepto de empleo remite al mismo tiempo a una actividad laboral y a las normas bajo las cuales se desarrolla, de manera que empleo no es cualquier actividad remunerada sino sólo aquella que se lleva a cabo con arreglo a ciertas normas sociales [Prieto, 1999: 12]. A lo largo del siglo XX, pero sobre todo tras la amarga experiencia que supuso la Gran Depresión, en todas las sociedades industrializadas el Estado intervino en las relaciones laborales afirmando el carácter público del contrato de trabajo, legitimando la negociación colectiva y reforzando la posición de los trabajadores en el conflicto industrial. El resultado fue el asentamiento de un concepto altamente normativizado de empleo que conoció su máximo desarrollo durante la época fordista, y que se materializó en lo que ha dado en llamarse el empleo estándar.