Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн

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Pablo recuerda perfectamente que lleva tres años y tres meses fuera de la empresa, en la que entró veintisiete años antes como oficial de segunda de verificación, y desarrolló una carrera laboral de la que se siente orgulloso. Su último puesto de trabajo como agente de métodos en el departamento de calidad era envidiable en muchos sentidos, pero la presión ambiental de los últimos tiempos le indujo a aceptar el plan de bajas incentivadas. «Se ha organizado la vida para poder, en sus palabras, sentirse útil, pensar al final de la jornada diaria que lo que ha hecho ha valido para algo. Y así prepara cursos de calidad total que ofrece, gratuitamente, a estudiantes de Formación Profesional. Pero, sobre todo, ha reorganizado la relación y la distribución del tiempo diario, de acuerdo con su mujer, para evitar los problemas que sabe que le han acontecido a otros, que han pasado a disponer de todo el tiempo del mundo para no hacer nada».

Se siente muy dolido con la empresa y sigue sin explicarse cómo pudo ser que les trataran de forma tan arbitraria. Pablo ha tenido que aceptar «ser un trabajador que no trabaja», pero no soporta que ahora, cuando le preguntan por su profesión, tenga que decir «parado»; está deseando llegar a la jubilación para salir de esa situación en la que, como trabajador, se siente tan a disgusto. A Roberto los días se le hacen largos. Hace ya más de tres años que dejó el empleo, pero sigue oyendo el sonido de los autobuses que llevan los trabajadores a la fábrica. Son las cinco y media de la mañana y muchos días se levanta («porque ya ni duermo ni dejo dormir a la mujer») y se pone a leer el periódico o una novela del oeste. Le gustaría encontrar alguna cosa para entretenerse, dos o tres días a la semana, pero si no hay para la juventud cómo les van a dar trabajo a ellos. De sus compañeros tiene informaciones contradictorias: algunos lo están pasando «como dios», otros «lo han pasado muy mal». Sospecha que quienes peor lo han pasado han sido los mandos intermedios o superiores, acostumbrados a mandar y que creían que la empresa era suya.


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